miércoles, 17 de febrero de 2010

Esculturas electronicas - Feto 1

FETO 1 - Cuando la maquina nos imita...

Por una causa aun no esclarecida, la maquina toma de su entorno pequeños componentes electronicos y mecanicos formando una pequeña funcion ( o vida?), que ira evolucionando con el paso del tiempo, incorporando mas materiales y sumando mas prestaciones, hasta quedar totalmente terminado.
Un sistema de construccion que no tiene nada que ver con lo que los seres humanos llamamos "fabricacion". Este caso realmente es evolucion y crecimiento.

Tecnica: ensamble y soldadura, neumatica
Tamaño: 10 cm ( en este momento).
Año: 1999





































martes, 16 de febrero de 2010

esculturas electronicas - pez y medusa - 1999

Ictis CD 4016
Tecnica: ensamble y soldadura
Tamaño: 22 cm
Año: 1999

Medusa
Tecnica: ensamble, soldadura y pegamento plastico
Tamaño: 15 cm
Año: 1999






esculturas electronicas - Pez Scalare

Pez Scalare, realizado con componentes electronicos. Tecnica ensamble y soldadura. Año 1999
Tamaño: 12 Cm.


lunes, 31 de agosto de 2009

los 7+1 en poligono de tiro Campo de Mayo

Algunas fotos de mi paso por el poligono de tiro de Campo de Mayo, con mis amigos los 7+1.
Somos todos tiradores DEPORTIVOS y luchamos por los derechos civiles de los legitimos usuarios de armas legales en Argentina, intentando informar a quienes no lo saben que las armas legales matan muchisimo menos que cualquier otra cosa ( delincuentes, autos, piletas de natacion, electricidad, etc.). Lastima que hay una gran campaña de desprestigio quien sabe con que interes...

Por lo pronto, estas fotos muestran solo algo de camaraderia y vida familiar de los tiradores deportivos.
Para mas informacion sobre tema armas legales vean http://www.alutara.org.ar/

Mi cumpleaños festejado en pleno poligono ( por supuesto que el ridiculo del bonete soy yo) De izq, a derecha: Marcelo, Yarara y yo ( de comisarios de tiro en la pedana de fusil)

Otro cumple, esta vez en la cantina...

Yo en el Unimog de Americo (se lo afanamos)Casi todos los 7+1 arriba del tanque Sherman que esta en el poligono de Lomas de Zamora.
Despues del tiro, era infaltable la picadita hasta altas horas de la tarde...

Bueno, espero que la politica cambie, se diga la verdad y este hermoso lugar que es Campo de Mayo vuelva a abrir sus puertas para todos sus tiradores amigos
Jose Tuccio

jueves, 30 de julio de 2009

Restos del barco Vapor presidente Roca

Presento los restos del barco vapor PRESIDENTE ROCA, incendiado y encayado en el año 1909.

Lo conoci en el año 1986, y cada ves que paso por Peninsula Valdes voy a visitarlo, aunque hoy en dia la zona en que esta, esta denominada "intangible", por lo que se hace muy dificil su localizacion.


Esta foto fue tomada en el año 1986, bajando por este peligroso y empinado acantilado, se llegan a los restos, los cuales son cubiertos periodicamente por la marea.
Con un poco de voluntad se pueden ver la helice y una de las calderas.













Esta es de 1997, tomada desde la playa, en primer plano restos de la segunda caldera, y detras, la helice y la otra caldera entera.












Primer plano de la caldera, tiene aproximadamente 4 metros de alto.














Detalle de la bajada por el acantilado, realmente es muy empinado y en la ultima parte se pone mas peligroso aùn.
A lo lejos se divisa la caldera.















Imagen del google map, donde se aprecia la plataforma de restingas (verde), sobre la playa de piedras de cantos rodados (gris).
A la izquierda se ve el acantilado de tosca ( blanco).
Si observamos bien, sobre las restingas se ven tres manchitas juntas y una mas separada, esos son restos de caldera y de timon.













Presidente Roca visto de frente, en primer plano restos de la proa, mas atras la caldera y por ultimo la estructura del timon con la helice.



Abajo, Vapor Presidente Roca en el puerto de Hamburgo, cuando todabia se llamaba MACEIO y trabajaba para la Hamburg: Sud ( la misma que hoy en dia tiene los containers rojos que llegan al puerto de Buenos Aires).















Abajo: volante de la empresa Hamburg sud, publicitando los viajes a brasil. El barco de esta imagen es en Santa Catharina, muy similar al Presidente Roca


Un poco de historia: ( tomada de la pagina http://www.histarmar.com.ar/)

El hundimiento del Vapor Presidente Roca

Los relojes marcaban las seis de la mañana del 18 de febrero de 1909 a bordo del barco Presidente Roca. Casi todo el mundo dormía, con exepción del personal de guardia y los mozos del comedor que poco antes habían empezado a preparar el desayuno. Aunque nadie puedo establecerlo fehacientemente, parece ser que el calentador "Primus" que se utilizaba cayó al piso de la cafetería de pasajeros y el combustible que contenía se derramó e incendió. Las llamas pronto se propagaron a la estructura de madera. La tragedia se había desencadenado...
El Presidente Roca había sido construido en los astilleros ingleses de Raylton Dixons en 1896 por cuenta de la Hamburg Ship Line, que con el nombre de Maceio lo destinó a cubrir la ruta hasta la costa del Brasil. Medía 290 pies de eslora, 41.2 de manga y 23.6 de puntal, y desplazaba 1986 toneladas. Después de 6 años de atender esa línea fué incorporado al servicio de cabotaje en la costa Patagónica con su nuevo nombre. Desde entonces hasta la mañana fatal había realizado 23 viajes, todos los cuales, pese a que en más de una oportunidad tuvo que enfrentar recios temporales habían culminado con felicidad.
El Roca había partido de Tierra del Fuego a principios de febrero, para estar en Río Gallegos el 8, en Santa Cruz el 10, en Comodoro Rivadavia el 15, en Camarones el 16, y en Puerto Madryn el 17 por la noche. Su carga consistía en 5722 rollizos y tablones embarcados en Tierra del fuego, y 4195 bultos de lana, de los cuales 2128 provenían de Punta Arenas.
Al salir de Puerto Madryn con rumbo a Buenos Aires el pasaje estaba completo, formado por familias que regresaban del sur con sus hijos estudiantes, trabajadores rurales, y varios ex presidiarios liberados de la carcel de la Isla de los Estados. En Puerto Madryn fueron muchos los pasajeros embarcados y que no habían sido registrados, por cuanto la necesidad de zarpar para llegar a Buenos Aires para las fiestas de carnaval, que se celebraban en esos días, hizo que se resolviera posponer esa tarea para la mañana siguiente.
El buque navegaba sin novedad, 12 millas al norte de la Península Valdés, entre Punta Hércules y Punta Cantor, cuando estalló el incendio frente a una costa de barrancas altas, a pique sobre el mar, y con muchos bancos de arena y restingas. Sólo en contados puntos de esa costa algún sendero abierto por las ovejas, hacía posible ascender las barrancas.
Con el grito de fuego a bordo, noticia inmediatamente confirmada por la campana de alarma, el pasaje abandonó los camarotes y, a medio vestir, se dirigió al único pasillo que llevaba a cubierta. Gracias a la serenidad del capitán Ferdinando Weiss, al comisario Santiago Farrell, y el primer maquinista, y a la dotación de botes, lanchas y lancha a vapor con que contaba el buque, se pudo encarar el salvamento, pués aquella muchedumbre aterrada y que por lo mismo no procedía con el mínimo de calma necesaria, causaba una dramática confusión.

Muchas personas, enloquecidas por el terror, se lanzaron al agua y perecieron ahogadas. Las llamas entretanto invadieron el pasillo y el departamento de máquinas haciendo más angustiosa la situación. La serenidad, el terror, el heroísmo y la miseria humana se entremezclaron por doquier. La confusión causada por los gritos de hombres y mujeres y los disparos de armas de fuego se agravó al trascender la posibilidad de que estallaran las calderas. Mientras, los marineros y los pasajeros de tercera luchaban a brazo partido ante las lanchas y botes salvavidas que estos últimos querían ocupar a toda costa, sin el menor sentido de la seguridad.
No obstante la confusión reinante se intentó combatir el incendio, pero éste había cobrado un incremento tal que ya amenazaba hasta los elementos de salvamento, por lo que hubo que abandonar esa tarea y tratar de organizar la evacuación de la nave. La marinería, a las órdenes del contramaestre, se agrupó a proa y los restantes hombres, con el capitán a popa, mientras una barrera de fuego se interponía entre ambos contingentes. El alistamiento de los botes fué una tarea interminable, pués ya estaban llenos en exceso. El pedido de que los desocuparan para posibilitar su descenso, se contestaba con insultos y amenazas. Muchos esquiladores habían embarcado hasta sus bultos y baúles y no atendían a los pedidos de que los dejaran. Una especie de locura colectiva se había apoderado de todos y, en lugar de bajar, los que aún no habían podido subir a los botes pugnaban por hacerlo. Fué así como el exceso de carga cedió uno de los pescantes de un bote y más de 80 personas que estaban en su interior cayeron al agua. El bote arrastró en su caída a muchos otros que se habían asido a los cabos.
La confusión aumentaba por momentos, pese a lo cual un grupo permaneció quieto y relativamente tranquilo sobre cubierta lo que facilitó que pudiera salvarse. La contrapartida de esta actitud serena fué dada por otros pasajeros, uno de los cuales se suicidó de un balazo mientras que otro lo hizo infiriéndose una puñalada tan terrible como su pánico.

En tanto, el capitán Weiss, para alentar en los demás una actitud serena fumaba su cigarro de hoja y, revolver en mano, daba las órdenes, mientras dos señoras inglesas, en medio de la barahúnda, contemplaban el espectáculo sin duda asustadas, pero sin demostrarlo, hasta que se dirigieron a un lugar apartado de la popa, y le dijeron al capitán que no se moverían de su sitio hasta que el se los ordenara.
El fuego completaba su obra destructora, que incluyó la correspondencia, la carga y los registros del barco, mientras los náufragos ofrecían un cuadro desolador. Por doquier se veían asomar cabezas de hombres, mujeres y niños que pedían socorro e, incluso, eran rechazados cuando pretendían tomarse de los botes. Las maderas y cualquier otro objeto que flotara servían para buscar la salvación, como en el caso de un inglés que montado sobre una tabla y utilizando sus brazos a modo de remos se impulsó hasta que fué recogido y pudo indicar, por haber sido administrador de una estancia cercana, los senderos que en medio de las barrancas permitieron llegar a la planicie.
Gracias a la ayuda de este singular personaje, los náufragos llegaron a tierra firme después de varias horas de penurias. Tras descansar y tratar de secar por lo menos algo de su mínima vestimenta, se dirigieron hasta un puesto en Punta Cantor, propiedad de un Señor Sanguinetti, distante casi una legua del lugar. Este hombre se ocupó de auxiliar a los desventurados pasajeros y en un galpón preparó asado para todos, mientras en la casa de la familia se atendió a los heridos, los niños y las mujeres.
Pero allí no cesarían las desventuras, pués los expresidiarios de un grupo de esquiladores descubrieron en el galpón dos barriles de vino y bien pronto estuvieron borrachos. Ante esta circunstancia se organizó una guardia armada para evitar ulterioridades.
El aviso del incendio del Roca fué radiado a otros barcos, que solo llegaron al lugar de la catástrofe tres días después. También por tierra se solicitó ayuda, y se enviaron chasquis para informar a las autoridades.
Después del almuerzo brindado por el señor Sanguinetti, con los recursos remitidos desde Punta Cantor, se trasladó a los náufragos a los galpones de esquila de la Estancia Valdés Creek, sobre la Caleta Valdés, donde se dió alojamiento y se distribuyeron ropas para los más necesitados. Allí transcurrieron tres días, hasta la llegada de los vapores Presidente Mitre, y Presidente Quintana. El primero embarcó a los náufragos y los atendió hasta la llegada a Buenos Aires. La tragedia, según los cálculos hechos por el comisario Farrell, había cobrado más de 100 víctimas. Los restos del barco fueron
deshuesados algún tiempo después, parte de la maquinaria y algunas piezas importantes de bronce, hierro y madera.
Hoy, después de casi 90 años de su hundimiento todavía se ve parte de su proa emergiendo del agua. En las mareas bajas se puede acceder caminando hasta las calderas y las costillas del casco.